El máximo exponente del encanto tradicional catalán se encuentra, sin duda, en Lleida. Esta comarca, caracterizada por su arraigada cultura y su talante histórico, es, a su vez, la región que da cobijo a algunos de los parajes naturales más impresionantes de la comunidad. Empezando por los pintorescos pueblos de la Vall d’Aran, pasando por lugares de belleza inexplicable como los que se esconden en el Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici o los paisajes de película que ofrece el Congost de Montrebei, y culminando con el enorme patrimonio que se refugia en su flamante capital.
Es justamente en los alrededores de esta ciudad donde se encuentra el mayor número de fincas que se extienden por la región. Repartidas a lo largo de las comarcas de la Noguera, El Urgell y el Pla de l’Urgell, clásicas edificaciones con mucha esencia y unos exteriores de ensueño se alzan para dar la posibilidad a todas las parejas que se decanten por estas tierras de organizar una boda romántica y señorial en mitad de un marco único que aporte magia a la celebración.
El estilo campestre es representativo de todas sus localidades, entre las que destacan algunas de particular encanto como Bellpuig, Tàrrega, Balaguer, Agramunt o Cervera. Sus cascos antiguos, las pequeñas calles adoquinadas que recorren sus límites y el aire puro y fresco que se respira en todas ellas es el máximo atractivo de este lugar, que conseguirá enamoraros a primera vista en cuanto pongáis un pie en él.